Entrevista a Marcela Huitraiqueo

Marcela Huitraiqueo y el arte visual: “El llamado es a resistir y fortalecer nuestras raíces como mapuche”

Por CoRAMM. Marcela Huitraiqueo es originaria de la Comunidad Mapuche Huete Rukan ubicada en camino Chol Chol, comuna de Temuco, Región de La Araucanía. Es una destacada artista visual mapuche. Licenciada en artes visuales por la Universidad Católica de Temuco, magíster en arte y patrimonio por la Universidad de Concepción y actualmente, doctorante en estudios interculturales por la Universidad Católica de Temuco.

Su trayectoria artística se ha nutrido de viajes hacia otros lugares, encuentros con otras culturas y principalmente, con el acercamiento profundo a la memoria histórica de su tronco familiar y comunidades mapuche con las que comparte su proceso creativo.

 

 

Junto con agradecer el espacio de este nütram, le solicitamos por favor que se presente

Inche ta Marcela Huitraiqueo pingen, Temuco Mapu mew. Inche artistatufe Mapuche. Mi nombre es Marcela Huitraiqueo, pertenezco y vivo en la Comunidad Mapuche Huete Rukán, ubicada acá en las afueras de Temuco, en la salida oeste, camino hacia el Lafkenmapu. Estamos aquí hoy día reunidas en este territorio, en el gran Kiñel mapu Ralun Koyan. Soy artista visual mapuche y estoy muy contenta (inche ayukulen) de que esté por aquí visitándome. Así que rume mañum por su viaje, por venir desde el Willimapu hasta acá.

¿Qué significa su apellido? ¿Dónde nació usted? ¿Su crianza fue en este Lof, cómo recuerda su crianza?

Nací y me crié acá en el Lof Huete Rukán, que es un territorio que está muy cerquita de la ciudad de Temuco. Es un territorio históricamente muy importante para las comunidades que habitamos acá. Este territorio tiene una memoria de weichan, de weichafe, un lugar de reunión de weichafe. Cuando se instaló el fuerte Temuco, llegaban muchos lamngen a hacer füta trawün [grandes reuniones] para poder bajar al fuerte Temuco y poder defender el territorio. Me crié acá, soy parte de la familia Huitraiqueo, que también viene de esa memoria. Vivo junto a mi familia materna en este brazo de la comunidad, donde habitamos muchas familias que tienen su kupalme Huitraiqueo acá.

Huitraiqueo es una palabra que está castellanizada. Sin embargo, guarda la memoria de las piedras, de los toki kurra, que son los símbolos de tiempos de guerra, también de una identidad espiritual ligada a la defensa de los territorios.

¿En algún minuto tuvo que migrar de su Lof para estudiar o para trabajar?

Feley. Sí, migré, estudié acá en la Escuela Raluncoyan, que es la escuela de primero a sexto básico que está en la Comunidad. Esa fue mi primera etapa de estudiante. Después me fui al liceo en Temuco warria y esa fue mi primera migración campo-ciudad. Para nosotros en ese tiempo, como niñeces mapuche, era un tema ir a estudiar a la ciudad. Ese fue el primer escenario de viaje violento en mi vida. En este caso porque al ser una niña mapuche rural y tener una crianza ligada a los conocimientos y nuestras prácticas como personas mapuche, para después vivir un escenario de educación occidental chilena, en ese tiempo era muy violento. Uno se va en silencio. Como niñez y como joven no nos hacen sentir parte en estos modelos educativos, no es un lugar en donde nuestras identidades como niñeces o jóvenes mapuche sean dignificadas.

Ahí empecé mi viaje, mi gran viaje reflexivo desde que yo me fui de la comunidad a viajar y a estudiar todos los días. Después llegué a la universidad, lo mismo con el tema del viaje. Después hice un viaje de pasantía cuando era más pequeña, tenía alrededor de 20 años y estaba cursando la carrera de licenciatura en artes visuales en la Universidad Católica de Temuco. Me gané una pasantía para ir un año a estudiar bellas artes en la Universidad Castilla La Mancha, en España. Fue un viaje sumamente significativo, porque con suerte había ido una vez a Santiago y cruzar el charco en este caso, y llegar a un lugar completamente desconocido para mí, fue un desafío muy grande.

Miro hacia atrás con más tiempo y distancia y digo: “No sé cómo lo hice ─tuve el coraje de hacerlo─”. Fue una experiencia que me fortaleció mucho como mujer mapuche. Después de eso he tenido muchas experiencias de viaje donde he estado estudiando o viviendo en el viaje, conociendo otros países y otros territorios. Ya hace tres años me instalé definitivamente. Volví acá al Lof Huete Rukán y construí mi casita en este territorio.

¿Esos viajes fueron parte de su proceso formativo?

Los viajes más largos han sido por formación, en este caso porque después que terminé la licenciatura me fui a Concepción a vivir dos años para hacer el magíster en arte y patrimonio en la Universidad de Concepción. Otros viajes han sido por decisión propia, en este caso, para vivir la experiencia de conocer el mundo. He habitado en otros territorio y he compartido con otras comunidades, por ejemplo, con hermanas en Bolivia. He estado en el sur de Brasil, Paraguay y Uruguay, buscando o más bien, conociendo y abriéndome a vivir otras experiencias más nómades del mundo.

¿Cuáles son las principales temáticas que trabaja en sus obras? ¿Cómo se da el proceso creativo? ¿Cuáles son las principales técnicas que utiliza y cómo se ven reflejadas las memorias mapuche en su trabajo?

Soy pintora. Trabajo desde la técnica de la pintura óleo sobre lienzo, que va acompañado de proceso reflexivo. Hay una memoria muy especial que tengo para desarrollar la técnica que realizo, porque me considero una artesana de la pintura. Trabajo lo que llamo: “tallados pictóricos”, que implica generar, valga la redundancia, un tallado en el lienzo. Eso lo hago a través de herramientas de espátulas para tallar las memorias, los recuerdos y las evocaciones de distintas personas mapuche de distintos territorios del Wallmapu.

Mi interés en la pintura se desarrolla un poco antes de llegar a la universidad. He generado una articulación muy bonita con la pintura, desde una atracción técnica que me hizo explorar distintos lenguajes hasta que llegué al óleo. Sin embargo, tenía muchos problemas con la pulcrosidad de la pintura, la gestualidad de la pintura no me acomodaba, sobre todo estos lenguajes o géneros pictóricos que responden más al realismo, al hiperrealismo o al naturalismo. No me gustaba que no se viera la herramienta o que se buscara esa perfección que no era mía, no era mi lenguaje.


Las temáticas de las obras están completamente relacionadas a las memorias mapuche. Considero que este proceso creativo no es un proceso individual, por lo tanto, la obra tampoco es individual, sino que es una colectividad. Es una forma de reflexionar el arte de una manera descolonial, en este caso, para hacer propia una técnica que viene de afuera, que llegó con la colonización.


Entonces empecé a recordar mi niñez y llegué a un recuerdo muy especial del machi que ahora está en nuestra comunidad. En ese tiempo, era un niño que todavía no hacía su perimontu de machi, todavía no recibía su don. Lo recuerdo porque él nos preparaba para Wiñol Tripantu, ya presentándose como un niño especial, muy cercano al feyentun mapuche. Él hacía los tallados del Rewe para nuestra celebración de Wetripantu. Me acuerdo mucho de él tallando la madera. Usaba sus herramientas, pero jamás usó lija. Siempre veía esa textura que dejaba la herramienta, tocaba esa textura y mi mano se deslizaba por la madera. Entonces, cuando conecté con ese recuerdo, entendí cómo tenía que trabajar la pintura. Esa memoria me llevó a buscar un lenguaje de tallado a través de empastar el lienzo, buscando imitar esa forma que recordaba de tratar la madera. Ahí surge esta técnica que se relaciona con el uso de las espátulas y con poca presencia del pincel para generar esta gestualidad técnica de la pintura.

Las temáticas de las obras están completamente relacionadas a las memorias mapuche. Considero que este proceso creativo no es un proceso individual, por lo tanto, la obra tampoco es individual, sino que es una colectividad. Es una forma de reflexionar el arte de una manera descolonial, en este caso, para hacer propia una técnica que viene de afuera, que llegó con la colonización. Sin embargo, al instalarse y al reflexionarse de manera crítica, se convierte en algo propio. Eso lo llevamos las personas que participamos del proceso creativo. En muchos viajes me han recibido distintas personas, lamngen de distintos lugares, distintos lof, a veces en la ciudad, a veces en el campo, en su territorio, en sus tuwun, y me cuentan su memoria y deciden conversarme y hacemos un nütramkam donde compartimos, tomamos mate, comemos, nos reímos y me van contando su memoria.

Estas obras no entran al mercado del arte, no son capitalizadas, no hay una retribución monetaria. Hacen un viaje, un recorrido de itinerancia por distintos territorios y después se genera un trafkintu [intercambio], en donde algunas obras son entregadas a las personas que participaron, y a su vez, estas personas me entregan algo para que también las recuerde. Se genera este anticapitalismo, pues no hay dinero que mida el valor simbólico y de significados que tiene la pieza con la que uno hace trafkintu.


Tengo la libertad y el consentimiento para poder pintar la obra viajando, mostrando esa memoria para que otros la miren y sobre todo las niñeces y jóvenes mapuche aprendan de sus mayores a través del arte. Es algo bien bonito que se genera en esa conexión de viaje. En la mayoría de los casos, después estas obras vuelven a las personas que transmitieron su memoria. Estas obras no entran al mercado del arte, no son capitalizadas, no hay una retribución monetaria. Hacen un viaje, un recorrido de itinerancia por distintos territorios y después se genera un trafkintu [intercambio], en donde algunas obras son entregadas a las personas que participaron, y a su vez, estas personas me entregan algo para que también las recuerde. Se genera este anticapitalismo, pues no hay dinero que mida el valor simbólico y de significados que tiene la pieza con la que uno hace trafkintu. Eso es muy bonito porque estamos volviendo a la forma antigua de relacionarse con la materialidad.

Usted se dedica a la investigación artística y académica. ¿Cuál es su reflexión respecto de ello y cuáles son las temáticas que aborda en sus investigaciones y desde qué mirada?

Antes de que comenzara mis estudios académicos sentí que la relación con el arte era mucho más profunda que un quehacer práctico. Cuando se genera esta metodología de viaje y de escucha, de compartir y de nütramkam, se está generando también esto de ir escarbando en la memoria. Ahí empecé a entender más desde el winkazungun o desde el castellano, que se estaba generando un proceso de investigación artística. Esto fue muy importante poder aterrizarlo, porque me generó motivaciones para poder profundizar en la investigación desde un punto de vista académico, primero con un magíster y ahora con un doctorado en estudios interculturales en la Universidad. Es un gran desafío porque la academia es un lugar violento todavía. Entendiendo que históricamente las comunidades, a través de la investigación científica, han sido sumamente violentadas, pues se ha hecho un proceso de apropiación y extracción de conocimientos sin una devolución hacia las comunidades. Las comunidades han sido y hemos sido, durante muchos años, catalogadas como sujetos de estudios.

Poder llegar a este espacio con todas estas interrogantes, desde un punto de vista sumamente crítico del academicismo y de la investigación científica, ha sido importante porque he ido aprendiendo y desaprendiendo. Por ejemplo, es muy relevante que las personas mapuche nos posicionemos en lugares académicos, para ser nosotros quienes dirijamos lo que queremos investigar. Para que nuestros conocimientos sean nuestros y que reflexionemos desde nuestras propias voces para generar metodologías a partir de nuestras concepciones epistemológicas e identidades como personas mapuche. Hay un tremendo trabajo que se está haciendo, hay muchos lamngen que están en este espacio académico y que han podido levantar una historiografía propia mapuche.

En mi caso, mi interés académico tiene que ver con las visualidades y estéticas desde una perspectiva descolonial, desde una perspectiva contextual mapuche. Me interesa saber qué sucede con las imágenes y con los imaginarios que han promovido ciertos estereotipos hacia el Pueblo Mapuche y que han sido reforzados a través de la escritura. Además, hoy en día estamos ligados al mundo de la tecnología y son una constante que generan ya sea un desprecio o un reconocimiento hacia las comunidades mapuche. Para mí, el tema de la imagen y la estética es sumamente importante como un tema investigativo desde una perspectiva crítica, antirracista y  descolonial.

¿En qué minuto de su vida decide tomar la decisión de ser artista visual? ¿Hubo alguna situación en particular?

Sí, creo que esto se lo debo a mi abuelo paterno. Mi abuelo es exiliado político, es un artista reprimido; un poeta y con el golpe militar él tuvo que emigrar, dejar su casa, sus tierras, irse al Puelmapu, Argentina. Mi abuelo siempre estuvo muy cercano a mí en mi niñez, fue una persona muy presente, es una figura paterna muy importante para mí. De pequeña empecé a generar interés en los colores, una facilidad para dibujar, para pintar. En mi adolescencia, como a los 14 años, le digo a mi abuelo: “Tata sabe que me gusta el arte, como que me gustaría aprender más, más, más.” No me interesaban mucho las asignaturas de matemática o de lenguaje, siempre esperaba la asignatura de arte. Ese era mi lugar y siempre estaba metida en el taller de arte del liceo, de la escuela y ese era el lugar que quería habitar.

Lo supe de muy pequeña, de adolescente en este caso. Y mi abuelo refuerza esa motivación y me dice: “Si quieres estudiar, si te gusta la pintura, si te gusta el arte, hagámoslo bien”. Y él me matriculó en una academia de arte acá en Temuco, como a los 14 años. Iba una o dos veces a la semana a la academia y era mi vida el tema de la academia de arte. Ahí aprendí, me instruí en el dibujo y en la pintura y en la escultura también, pero sobre todo en el dibujo y en la pintura de forma profesional. Cuando llegué a cuarto medio ya sabía lo que quería hacer y escogí. Así que ese fue mi camino. Es mi abuelo, fue el gran incentivo, completamente.

Respecto de su obra, sabemos que es una artista muy altamente valorada. El proceso de reflexión estética, ¿cómo se vincula también con la memoria viva de las mujeres mapuche?

Creo que es muy cercano en cómo uno entiende la materialidad o la forma de relacionarse con la imagen. Como mujeres, somos muy desde el simbolismo, siempre estamos guardando recuerdos o guardamos ciertas cosas que nos evoquen emociones. Para nosotras o para muchas mujeres, el tema de la imagen es muy importante. La fotografía, por ejemplo. En este caso, las memorias que he recibido o que me han contado de distintas mujeres mapuche han sido muy especiales para mí, porque es importante mencionar que todos los intereses temáticos que he desarrollado en relación con la creatividad responden a mi abuela materna Blanca Neculqueo. Ella era lawentuchefe y murió muy joven. Nunca la conocí; sin embargo, a través de estos intereses siempre la busco.


Por ejemplo, el trabajo que hice con Ngerekafe, con tejedoras mapuche, fue porque mi abuela también era Ngerekafe. Yo quería, a través de las memorias de otras mujeres, encontrarme con la memoria de mi abuela y saber cómo ella tejía, como ella hilaba. Cuando las veo a ellas hacer esto, imagino que mi abuela también lo hacía. Hay una memoria muy bonita en mi proceso creativo con las mujeres, porque está muy relacionado con las mujeres de mi familia y de mi vida, con mi madre, pero sobre todo con mi abuela


Entonces, llegué a las memorias, por ejemplo, de los trafentu, que son las experiencias de mi familia, de habitar el territorio con los Ngen. Llegué a pintar esa serie porque habían muchos trafentu de mi abuela Blanca. Cuando la pinto a ella, por ejemplo, la chumpall que está acá [nos muestra un cuadro colgado en la pared de su casa], ahí está mi abuela, esa es su experiencia, cuando ella vio una chumpall, una protectora de una vertiente de agua. Siempre la imagino y la busco a través de la pintura, hay una conexión muy grande con ella y la veo mucho en mis pewma, en mis sueños. Por ejemplo, el trabajo que hice con Ngerekafe, con tejedoras mapuche, fue porque mi abuela también era Ngerekafe. Yo quería, a través de las memorias de otras mujeres, encontrarme con la memoria de mi abuela y saber cómo ella tejía, como ella hilaba. Cuando las veo a ellas hacer esto, imagino que mi abuela también lo hacía. Hay una memoria muy bonita en mi proceso creativo con las mujeres, porque está muy relacionado con las mujeres de mi familia y de mi vida, con mi madre, pero sobre todo con mi abuela.

¿Nos puede narrar cómo surge el proyecto de investigación artística Folil Lof Huete Rukan? ¿Cuáles fueron sus objetivos?

Folil Lof Huete Rukan fue un proyecto muy bonito que desarrollé junto a un lamngen artistatufe de la comunidad. Lo que queríamos era hacer una reconstrucción visual para hacer un reconocimiento de las memorias de los futakeche; de los ancianos y ancianas de la comunidad, y que quedara un documento que pudiera ser compartido con las niñeces y los jóvenes de la comunidad para entender cómo se compone el territorio y la importancia de nuestro Lof. Así comenzamos a hacer una investigación acerca de quiénes eran las familias que llegaron a Huete Rucan y cómo se compuso la comunidad. Identificamos que habían seis familias que fundaron Huete Rukan y que son las más importantes o las más grandes del territorio. También conversamos con un integrante futakeche [anciano o anciana] de cada núcleo de estas seis familias.

Fue muy bonito ese recorrido, aunque fue difícil hacer porque lo hicimos en pandemia. Entonces, no fue como esperábamos que fuera, obviamente, sobre todo porque los futakeche y las familias no querían que fuera gente de afuera a visitarlos. Aun así, el resultado fue muy bonito. Ahí aprendí mucho sobre memorias muy antiguas de papay que, incluso, ya fallecieron en estos últimos años, pero las pinturas y las memorias quedaron. Eso quedó digitalizado después en un catálogo. También, hay un material físico que se repartió a las comunidades itinerantes. Fue muy lindo entender históricamente cómo se construyó Huete Rukán.


Toda esa memoria la tenían los futakeche. Nosotros alcanzamos a hacer un pequeño registro visual y escrito sobre esta memoria. Eso es un gran documento, porque permite transmitirles a las niñeces y a nosotros mismos como jóvenes mapuche, cosas que no teníamos ni idea. Fue muy significativo Folil Huete Rukan, que significa las raíces del Lof Huete Rukan.


Así, comprendimos que, en el periodo de la reducción de los territorios, con los procesos de chilenización y de la formación del Estado chileno, hubo procesos para juntar a los mapuche. Llegaron muchas comunidades pequeñas que ya no están, que desaparecieron, pues se tuvieron que unir a una comunidad grande con título de merced, ya que eso se instaló como única opción. Por ejemplo, Chefuzco fue una comunidad chiquitita con dos núcleos familiares, pero esa comunidad desapareció. Ahora hay una villa que se llama Fundo el Carmen que es un lugar enorme que está vinculado con constructoras habitacionales.

Gracias a este proyecto conocimos ese lugar y conocimos la gente que cruzó de la cordillera para acá, arrancando de la guerra del Puelmapu. Toda esa memoria la tenían los futakeche. Nosotros alcanzamos a hacer un pequeño registro visual y escrito sobre esta memoria. Eso es un gran documento, porque permite transmitirles a las niñeces y a nosotros mismos como jóvenes mapuche, cosas que no teníamos ni idea. Fue muy significativo Folil Huete Rukan, que significa las raíces del Lof Huete Rukan.

¿Los resultados de esa investigación están abiertos?

Se hizo una devolución que fue en un material gráfico donde se imprimieron los catálogos, porque el proyecto empezó en pandemia y terminó en pandemia, no pudimos hacer encuentros presenciales. Sin embargo, los catálogos que se imprimieron fueron devueltos a las comunidades, sobre todo a los dirigentes quienes los entregaron a las comunidades y a las personas participantes. También está digitalizado en mi sitio web que es www.marcelahuitraiqueo.com. En el apartado Folil está el catálogo que se puede ver como libro.

¿Cómo ha sido para usted ser mujer y ser mapuche de la sociedad chilena? ¿Ha sufrido discriminación racial y cuál es su reflexión sobre ello?

Sí, como todos los lamngen, todos hemos pasado tormentas dentro de nuestras identidades como personas mapuche. Es difícil estar en una sociedad tan racista, una sociedad tan discriminatoria, donde existen estos reforzamientos de la discriminación y desde el menosprecio, que son fomentados también a través de los medios de comunicación, donde hay una desinformación muy grande respecto a lo que ocurre en el territorio, donde existen políticas públicas que no abordan la discriminación y estas problemáticas desde una perspectiva crítica y profunda.

Sí, he sufrido discriminación. He sufrido discriminación con personas igual a mí. Y en el caso institucional, discriminación lingüística con una docente en la Universidad de Concepción, Bárbara Lama Andrade se llama, que también me obligó a silenciar el mapuzungun ─el chalituwun─, que es el protocolo como persona mapuche cuando uno se presenta ante cualquier persona, se habla en su lengua, en mapuzungun, y habla del territorio de donde viene, concepciones que para nosotros se vuelven muy importantes. Esta profesora me obligó a silenciar el mapuzungun en un contexto académico, en la universidad, en una clase, mencionando que para hablar en mapuzungun, primero tenía que pedirle permiso. A veces uno piensa que estos procesos abiertamente racistas y discriminatorios ya no ocurren, menos en la universidad o en la escuela. Pero hay que tener mucho cuidado, porque eso sí está pasando todavía.

¿La Universidad tomó alguna decisión al respecto? ¿Reparó este daño?

Lo más triste es que la Universidad se defendió mencionando que no tenía protocolos internos para atender “casos étnicos”. Es muy triste, porque si uno considera un lugar como la Universidad, que históricamente la Universidad de Concepción ha generado estudios lingüísticos además, ha generado todo un proceso de investigación hacia las comunidades, hacia el Pueblo Mapuche, que no tenga protocolos para atender casos tan graves como una discriminación lingüística en su aula, y que tenga también esa excusa de no reparación, diciendo “que lo étnico no es parte de sus protocolos”, es una falta de respeto gigante hacia las comunidades, hacia mí como persona mapuche, hacia las personas mapuche, donde esto de lo étnico ha sido solamente apropiado desde intereses académicos, mas no desde una inclusión real hacia la protección de los y las estudiantes mapuche que están ahí en la universidad. Me parece terrible. Finalmente, no concluyó más que con una disculpa de parte de la docente que fue desvinculada de mi generación, pero que hoy en día entiendo que es directora del magíster y del programa. Me parece terrible que personas como ella lleguen a cargos tan altos, en este caso, a través de la violencia.

A propósito, ¿cuál es su crítica o pensamiento respecto de la educación intercultural? ¿Tiene acercamientos al sistema educativo?

Sí, soy artista, educadora, trabajo con programas de educación artística, no desde el Ministerio de Educación, sino del Ministerio de la Cultura, las Artes y el Patrimonio. Ahí hay un tema con lo intercultural, porque evidentemente es sumamente importante facilitar procesos de interculturalidad que sean críticos. Entender también que uno no vive en un contexto intercultural, porque para que haya interculturalidad tiene que haber reconocimiento y no lo hay. En este caso estoy hablando desde un marco jurídico. No estamos reconocidos en la Constitución, no somos parte, no llegamos a ser completamente ciudadanos para el Estado chileno y ahí perdemos varios derechos.


Cuando se habla de lo intercultural se busca apostar por una sociedad mucho más equitativa, más igualitaria, más justa, más digna para todas las personas, incluyendo personas chilenas, migrantes, mapuche y de otros pueblos originarios. Todo eso es parte de esa educación intercultural que es sumamente necesaria, pero si uno lo ve en la práctica, no se está abordando en profundidad, sino que, al contrario, se está generando una descontextualización donde se siguen repitiendo patrones como el adultocentrismo, con una violencia hacia los, las, les estudiantes, de forma que afecta también sus calidades de vida, sus dignidades. Entonces, seguimos viendo patrones que más que unificar generan separaciones en la educación.


Lo que pasa con la educación intercultural, es que responde a este funcionalismo de la educación, de generar a través de sus políticas de interculturalidad, un falso reconocimiento, porque no se aborda la interculturalidad o el proceso intercultural de una forma reparatoria, equitativa, sino que las metodologías que se están aplicando a las escuelas son sumamente pobres en relación a lo intercultural. Y no solamente, en la educación ligado hacia las comunidades originarias de pueblos indígenas, sino que también hacia las comunidades migrantes, por ejemplo. Cuando se habla de lo intercultural se busca apostar por una sociedad mucho más equitativa, más igualitaria, más justa, más digna para todas las personas, incluyendo personas chilenas, migrantes, mapuche y de otros pueblos originarios. Todo eso es parte de esa educación intercultural que es sumamente necesaria, pero si uno lo ve en la práctica, no se está abordando en profundidad, sino que, al contrario, se está generando una descontextualización donde se siguen repitiendo patrones como el adultocentrismo, con una violencia hacia los, las, les estudiantes, de forma que afecta también sus calidades de vida, sus dignidades. Entonces, seguimos viendo patrones que más que unificar generan separaciones en la educación.

Creo que para llegar a una educación intercultural primero hay que socializar la educación. Esto implica pensar no solamente desde un modelo centralizado, desde Santiago hacia las regiones, sino que se debe involucrar a las comunidades que rodean la escuela. La educación tiene que ser colectiva, en la que tiene que haber una participación activa de la comunidad en las escuelas.

En su Lof han logrado avanzar en ese sentido, ¿nos puede contar esa experiencia?

La escuela rural siempre tiene algo muy especial que tiene que ver quizás porque es pequeña y está en un espacio abierto. La geografía también ayuda a que respire más el espacio educativo. Acá la Escuela de la comunidad en esta experiencia, y voy a hablar solamente de un contexto situado, porque no sé lo que pasa en otros lugares, pero desde esta experiencia ha sido muy bonito. Como ex estudiante de la Escuela Raluncoyán he participado y se me ha abierto la Escuela para poder trabajar con niñeces, para llevar la pintura, hacer exposiciones en la sruka, hacer talleres y mediar sobre los contenidos de estas obras con los estudiantes. La escuela ha estado muy abierta a recibir y a socializar la educación con los integrantes de la comunidad. Porque creo que se entiende que la Escuela está en la comunidad, así se abre a la comunidad, en donde los educadores tradicionales que son parte del territorio están en la Escuela.

Sin embargo, es muy triste que eso dependa tanto de una dirección, en este caso de la directora o director de la escuela, más que de cualquier otra persona, porque esto no viene del Departamento de Educación. Acá, a los departamentos de educación municipal poco les interesa que las comunidades participen, si hay una escuela rural en una comunidad mapuche, que la comunidad mapuche participe  o que pueda educar a las niñeces que están estudiando, o que se haga con una pertinencia territorial. No les interesa. Eso depende mucho de la dirección, de quién está dirigiendo la escuela y la apertura que tenga esa persona. En este caso, la apertura es grande en esta Escuela, es pertinente y es acogedora. La directora que está en esta Escuela es una persona muy abierta a participar y es muy bonito contar con esa recepción.

¿Considera que hay información disponible para la toma de decisiones en las comunidades? ¿La información contribuye a mejorar la calidad de vida de las personas de las comunidades?

Creo que hay brechas generacionales acá que son importantes de considerar, como en temas de información. Porque, por ejemplo, acá se pueden distinguir la generación de mi abuelo, hay una generación de mi madre, y hay una nueva generación que somos nosotros, y hay una más chiquitita que viene atrás; esa es la folil, la raíz. Son cuatro generaciones en el fondo. La de mi abuelo fue una generación sumamente violentada, una generación sin acceso a información, todo lo contrario, donde se generó el mayor saqueo hacia las personas, la violencia y todo eso, fue en las generaciones de mi abuelo, ya hablando de 80 años atrás más menos, fueron donde se generaron despojos, sobre todo porque las personas Mapuche no sabían leer, no sabían escribir. Se generó un reduccionismo muy grande hacia las comunidades en esa generación.

En la generación de mi madre, tuvieron poco acceso a la educación también. Había una información o un control a través de la falta de educación. Estoy viendo solamente el tema del conocimiento o entendiéndolo desde una perspectiva winka, porque mi abuelo es una persona sumamente sabia. Él es una persona que es analfabeta, sin embargo, es un kimche, una persona sabia, llena de riquezas, de conocimientos, de saberes. Y mi mamá también, ella también tuvo poquito acceso a la educación. Viene de estas generaciones obreras en el fondo, muy educadas como para servir, como para pasar toda la vida sirviendo a otros.

Después, estamos nosotros que somos generaciones que hemos estado más insertados en esta educación occidental, en donde el manejo de la información es más fluido, y eso es importante porque como dice mi abuelo, “ya no se nos hace como antes”. Uno está conteniendo y defendiéndose desde ese lugar, hemos estudiado un poco más, uno puede saber que a veces, el político que llega a la comunidad a ofrecer un saco de harina para un voto hay que cuestionarlo y ya no se le va creer todo lo que le dice. Es importante porque viene una generación de folil, de chiquititos, atrasito de nosotros, ya que, la supervivencia de nuestro Pueblo Mapuche se basa en esa transmisión. Uno va educando y, ojalá uno no tuviera que depender tanto de una educación occidental, de una educación winka, en este caso chilena. Ojalá uno no tuviera a veces la necesidad de que hay que educarse para poder tener un discurso o manejarse en el lenguaje con el que vienen a instruir a las comunidades. Pero es lo que nos toca a nosotros, es la forma en este tiempo contemporáneo en el que estamos inmersos y tenemos que hacerlo para defender lo poco que tenemos.

¿Qué mensaje quiere transmitir usted a otras mujeres y jóvenes más que puedan tener acceso a esta entrevista?

Mi mensaje en este caso es darles harto newen, harta fuerza en su camino, en su rupü, en este camino de vida. Independiente de lo que hagan, si es desde el arte, desde la educación, desde la historia, desde cualquier tipo de práctica o desde cualquier oficio al que se dediquen los pu lamngen. Es darles fuerza en primer lugar y llamarlos a jamás olvidar que somos una comunidad, independiente de que uno pueda vivir con su familia en la ciudad, o que no tenga un lof territorialmente donde habitar. Uno como pueblo es una comunidad, independiente de donde uno esté.

Como comunidad siempre tenemos que pensar en el otro, en lo que viene, en las generaciones nuevas, sobre todo no desvincularnos de nuestro folil y de nuestras raíces e identidades como persona mapuche. Hago un llamado también a empoderarse, a resistir, a fortalecer nuestras raíces y nuestra lengua. Sobre todo, la revitalización del mapuzungun, por lo que es muy importante ocupar el mapuzungun en cualquier tipo de contexto, a hablarlo, escribirlo, leerlo y transmitirlo. También, a escuchar lo que tienen que decirnos otros lamngen y a aprender de esas experiencias para poder transmitirlas.

 

Cómo citar en formato APA

Huitraiqueo, M. (2024). Marcela Huitraiqueo y el arte visual: "el llamado es a resistir y fortalecer nuestras raíces como mapuche  / Entrevistada por Yohanna del Río y Martina Paillacar. Comunidad y Repositorio Abierto de Mujeres Mapuche, CoRAMM. https://coramm.org/s/coramm/page/entrevista-marcela-huitraiqueo

 

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