Entrevista a Margoth Huanquil

Margoth Huanquil Compayante, ngerekafe y wizüfe: “Es un kimün que uno lleva, que lo atesoro y llevo muy dentro”

Margoth Huanquil Compayante es una destacada ngerekafe [tejedora], wizüfe [alfarera] del Lof Quilche Mapu, Lanco, Región de Los Ríos. Desde el Espacio Arte de Lanco, presenta sus obras en cerámica y telar en la exposición colectiva “Changzüwen: Encuentro de Artes”, en la que participan Yimara Praihuán y Rayén Manquepillán. En el mismo espacio, realiza talleres de ngerekan [tejido en telar] a mujeres del territorio, desde donde se ha dedicado a la revitalización y recuperación de la memoria ancestral mapuche.

Mari mari, Margoth, muchas gracias por recibirnos en este espacio. Quisiéramos partir pidiéndole que se presente y nos cuente dónde estamos en estos momentos.

Marimari lagmien, inche ta Margoth Huanquil Compayante pingen, Lof Quilche Mapu ñiey mi tuwun, Lanco warria mew, tañi chilkatun. En este momento estamos aquí en Espacio Arte, en donde enseño y doy a conocer lo que yo sé, en este caso el ngerekan. Vivo en el Lof de Quilche Mapu. Soy ngerekafe y wizüfe, llevo esos dos artes que vienen desde mis ancestros, desde ahí partió, desde niña. Fui criada con mi chuchu [abuela], mi laku [abuelo paterno] y ahí comencé a aprender cómo se trabajaba, en este caso en el ngerekan.

¿Cómo fue su proceso de formación en el arte de la textilería y en el arte de la cerámica mapuche? ¿Cómo fue ese aprendizaje y esa formación?

Fue a través del conocimiento mapunche, que es el traspaso del conocimiento desde los abuelos hacia mí que era su nieta. Ellos primero traspasaron lo que es el ngerekan, el cómo tejer, como criar las ovejas, como esquilar, como lavar la lana, preparar toda la materia prima. Siempre los vi desde pequeñita hacer todo ese trabajo. Después, llevarlo a un witxal, que es un telar donde se tejía la lana. Lo aprendí mirando, observando, y a la vez, ellos me motivaban, mi abuelo sobretodo, me motivaba a que yo aprenda. No sé por qué motivo ellos no hicieron ese trabajo con sus hijas, sino que lo hicieron conmigo, su nieta. Mi papá, o mi abuelo al que yo le decía papá, consiguió a otra persona para que me enseñara más, por ejemplo, en ñimin [dibujar en el witxal], porque ellos sabían tejer liso, pero él quería que yo aprendiera más aún. Entonces buscó, yo tenía alrededor de 17 años cuando me llevó a otra persona para que me enseñe a dibujar en el telar.

En esa época, le tomaba poco interés, pero a la vez también le hacía caso a él, no sé por qué, por estas cosas de la vida, siempre le hacía caso a los consejos que me daba. Tomé en ese tiempo un pequeño taller donde me enseñaron el ñiminkan. Aprendí la técnica en parte y todo el resto lo hice sola en casa. Armé un telar, lo armé y lo desarmé, porque son técnicas difíciles que uno las aprenda en el momento. Son técnicas que llevan mucha matemática, donde las hebras van colocadas de forma muy matemática, no puede haber ni una más ni una menos, si no, no queda bien. Se utiliza mucho la matemática en el ñimin.

Son técnicas que llevan mucha matemática, donde las hebras van colocadas de forma muy matemática, no puede haber ni una más ni una menos, si no, no queda bien. Se utiliza mucho la matemática en el ñimin.


Por eso uno tiene que tener mucha experiencia, o hacer muchos trabajos, para saber bien la técnica de cómo dibujar. Porque es muy difícil llegar y aprenderlo de un día para otro, como todo arte. Así fui adquiriendo mi conocimiento. Después de ese taller, que me incentivó a ir mi laku, ya sola fui creciendo más y buscando donde podía aprender, donde podía adquirir más conocimiento; visitar a mis chuchus, que tenía varias en esos años y observar sus tejidos, después yo llegaba a la casa y replicar lo que veía en ella, o preguntarle, y ella me decía: “hágalo de esta forma y así usted va a aprender más.

Esa persona que buscó su abuelo, ¿era de su familia, del lof?, ¿era mujer?

Mujer, sí. No era de la familia, pero sí era del lof. Después cuando yo me interesé más en todo, fui buscando a las propias chuchu, eran muchas las que existían en ese tiempo. Ahí fui adquiriendo más conocimiento, aprendiendo más de la técnica, en este caso de ngerekan. Desde el detalle más pequeño, por ejemplo, de cómo amarrar un wixtal de cómo amarrar el primer hilo que uno coloca hasta el final, que son etapas, pequeños detalles, pero finalmente pasan a ser un gran detalle. Así que todo eso había que aprenderlo.

¿Cómo es el proceso de textiles en su territorio, es distinto al de otros territorios?

Sí, es distinto. Es distinto porque, por ejemplo, nuestro tukuluwun tanto en la zona de Lanco, Panguipulli hacia el Puelmapu - Argentina, es más simple. Por ejemplo, el kupan, nosotros lo usamos sin delantal, usamos el kupan así como está, lo usamos en los kamarricunes, en las ceremonias mapunche. Era como algo no tan colorido. A Nosotros lo que nos daba color eran los muñolonko, las cintas que se colocan, pero nuestra vestimenta no era tan colorida, ni tampoco lo que llevamos dentro del kupan, que es la blusa y eso. Lo mismo pasa con los macuñ que eran con lista o con ñimin simple, no llevaban tremendos ñimin ni muchos colores, sino que eran como colores más naturales, más tierra, café, el verde, el amarillo, que también podíamos sacar acá, diferentes tonalidades de café. Y la lana natural que es la ploma, la gris, la blanca, son colores que se veían acá y que así también era su vestimenta. O a veces los macuñ también eran de un sólo tono, no llevaban nada más que un solo tono, eran tejidos con forma natural, sin ninguna tonalidad, ningún diseño ni nada.

  Eso rescaté desde ese entonces y fui reafirmando ese conocimiento, al ver a los macuñ que todavía había en ese tiempo.

Actualmente, las lanas con las que produce las piezas textiles ¿son de acá de su territorio o tiene que comprarlas fuera?

Ambas, son de acá del territorio y también se busca fuera del territorio. Se busca afuera porque a veces no hay mucha materia prima. Pero generalmente tratamos de hacer piezas con las mismas lanas de acá, con el hilado que se confeccione en el territorio.

¿Sigue desarrollando el proceso completo, desde la esquila, el lavado, hilado, o compra la lana hilada para trabajar?

El proceso en sí lo sé todo, porque eso lo aprendí con mi laku, cuando era pequeña, pero actualmente por tema de tiempo, busco el hilado que esté preparado, que esté listo para tejer, me salto esa etapa. Pero me gusta hacerlo porque hay ñañas o lagmien que le gusta hilar, pero no le gusta tejer, a mí me gusta tejer, pero no me gusta hacer el otro proceso, por tiempo. Uno le da oportunidad a otra ñaña de preparar el hilado y hacemos trafkintu [intercambio].

¿Para hacer estas piezas, el hilado tiene que tener alguna especificidad?

Sí. Por ejemplo, los macuñ llevan un hilado que tiene que ser fino, bien torcido, de una lana firme y tejido apretado. Lo mismo pasa con las lamas [manta], toda pieza que va a utilizarse expuesta al sol, a la lluvia, o lo que va a utilizarse en los caballos, tiene que ser un hilado firme, resistente, pero tampoco tan grueso, sino que resista a todas esas adversidades que pueden venir en el tiempo.

¿Nos puede contar cómo es el proceso de elaboración de una pieza textil?

Primero, uno tiene que ver qué quiere tejer. Hubo un tiempo, volviendo atrás, donde muchas de nuestras papay tejieron por necesidad, por encargo. Tuvieron que vender su macuñ, sus ponchos, sus lamas, todo lo que tejían muy barato, lo tenían que casi regalar.

Fue después de la colonización que muchos quedaron sin territorios, sin su tierra, tuvieron que irse a otra mapu. Hubo mucha necesidad económica, los empobrecieron y ellas tuvieron que ayudar a la economía, para eso tenían que tejer y vender a precio muy barato sus tejidos. Se lo compraba el mismo winka, pero muy barato. Pasaban días y noches enteras tejiendo macuñ para poder venderlo y ayudar al sustento familiar. Desde ahí que se comenzó a desvalorizar nuestro küsaw [trabajo], se desvalorizó porque pensaron que ese era el costo, que ese era el valor que tenían. Después de saber esa historia, que fue muy triste, ese mismo güerewe, de cuantos macuñ fueron vendidos de esa forma, comencé a darle valor, a valorarlo yo misma y enseñar a la gente que lo valore. Que esto no es llegar y pillar el hilado, tejerlo y venderlo.

Yo a mis piezas le saco el máximo posible de valor, que me lo valoren. Primero que nada, saber con quién se va a ir ese trabajo. Porque un macuñ, que va a demorar un mes, dos o seis meses de hacerlo lleva toda la energía, lleva toda la fuerza de una ngerekañ, de nosotras, lleva todos nuestros sentimientos de cómo nos levantamos ese día a tejer. Si estábamos alegres, si estábamos tristes, si teníamos kutran, si sentíamos algún dolor, si sentimos de cómo estaba el día. Todo eso lo lleva un textil, un trabajo.

 


Porque un macuñ, que va a demorar un mes, dos o seis meses hacerlo lleva toda la energía, lleva toda la fuerza de una ngerekañ, de nosotras, lleva todos nuestros sentimientos de cómo nos levantamos ese día a tejer. Si estábamos alegres, si estábamos tristes, si teníamos kutran, si sentíamos algún dolor, si sentimos de cómo estaba el día. Todo eso lo lleva un textil, un trabajo.


Todo eso tiene un valor tremendo detrás de ello. Ahora felizmente ya se está tratando de pasar esa etapa, que valoren un poco más nuestro trabajo. Acá en el territorio he enseñado eso. Y en estos momentos, como estoy también haciendo talleres a personas mapuche y no mapuche, les enseño mucho esa parte, cómo tienen que valorar nuestro trabajo, quiénes somos las mujeres mapunches. Esto es lo que somos, esto es lo que hace nuestra mano, nuestra inteligencia, nuestro rekizuam.

Mucha gente se da cuenta y se emociona mucho al saber cómo urdir un telar, de cómo tejerlo y cómo llevarlo. Eso nos pasa en los talleres. Siento que estoy cumpliendo una etapa donde enseño de esa forma, para que así valoren el arte que uno hace, que tenga un valor importante.

Y cuando una persona que valora este arte viene donde usted y le manda a hacer una manta, ¿Cómo es ese proceso de construcción, el diseño de esa pieza?

Son dos formas distintas cuando es lagmien y cuando no es lagmien. Yo comencé primero en mi territorio en el lof de Quilche, viendo cómo estaban de macuñ los lagmien cuando se hacía un kamaricun y teníamos que ir con nuestro Tukuluwun, veía cómo estaban los macuñ, como estaban los txariwe [faja o cinturón tejido] que se estaban utilizando.

Desde ahí yo tejía macuñ, y me decían: “Lagmien ¿usted me puede hacer un macuñ?” y comenzábamos a hablar de precios. Yo le decía “a ver lagmien ¿usted qué siembra? ¿qué tiene?”, y me decía: “tengo trigo, tengo avena, tengo no sé, un cordero”, luego yo le decía: “ya pues lagmien, hagamos trafkintu, hagamos trafkin, yo le hago su macuñ y usted me da de pago lo que usted tiene”.
 

Porque yo con mis tiempos muchas veces hago mi huerta, pero mi huerta de consumo, no estoy sembrando trigo, ni avena, ni para mis pollos, no se alcanza a hacer chacras. De todo eso se hace un intercambio. Esa es la forma de negociar también entre lagmien, hacemos ese tipo de trafkintu pero también me toca hacerlo por cuyín [plata]. También me ha pasado, o me pasa aún cuando le pregunto al lagmien: “¿Cuánto usted valora mi trabajo?” y es toda una conversación, “¿qué valor le da usted? ¿cuánto vale para usted? Mire, le explico, tuvo este proceso, este trabajo” y le comento todo lo que va detrás de la construcción de ese trabajo. “Ni siquiera tengo cómo pagarle su trabajo”, me dice. Entonces de ahí hablamos de trafkin.
 

Ahora, la otra parte, cuando me toca encargo de gente no mapuche, pero que también valora lo nuestro, pues también hay gente que no es mapuche y que valora mucho; que ha aprendido, que valora nuestro trabajo y que necesita tener un trabajo de nosotros. Y también hago el mismo proceso.

 

Ahora, hace poco me ubicaron no sé cómo y me llamó una señora desde Santiago. Me dijo “yo necesito un trabajo suyo que se va a ir a Canadá, pero tiene que ser hecho por usted, hecho con los colores que usted le coloque y necesito enviarlo allá. Usted me dijo que este trabajo es muy valorado, yo lo valoro mucho. Así que lo que usted me pida yo se lo pago, porque sé que vale mucho”. Y era una persona no mapuche. Entonces esa es otra forma.

¿Cada intercambio es único y es con esa persona?

Es con esa persona. No siempre es como uno dice “este macuñ vale un millón de pesos, 200.000 pesos, 500.000 pesos”; es único, como usted dice, es con la persona.

Respecto del diseño, ¿lo conversa también?

También se conversa qué diseño quiere que lleve su macuñ o su lama, o su kutama o su txariwe. Primero nosotros consultamos ¿de qué territorio es usted?, o una ulcha zomo que quiere un txariwe, dice: “yo quiero un txariwe hecho por Rayen”, y Rayen hace toda una historia de preguntas, de dónde es la lagmien, a que territorio pertenece. Ella le hace toda una introducción, donde le dice “acá en este territorio, se usa este txariwe, pero si a usted le interesa, bien, y si no, se le hace otro tipo de diseño”. Todo eso es conversado antes.

Sobre la cerámica mapuche ¿nos puede contar como llegó a este arte?

Bueno, como partí primero con lo que es el ngerekan, el telar mapuche. Así partí yo, con mi laku. Vino la necesidad de aprender otro arte, y ahí llegó el wizunen, la cerámica.

El wizün llegó a mí también por el ngerekafe, después de ser un ngerekafe, pasé a ser wizufe. Y llegó también por necesidad, de ver que se estaban perdiendo los metawe en las ceremonias mapunche. Estaba llegando mucho plástico, estaba interviniendo mucho el lugar sagrado donde se hace la ceremonia mapuche.

Se me dio la oportunidad de aprender la técnica también con un lagmien. En ese tiempo se dijo “va a haber un taller de cerámica donde se va a enseñar a hacer metawe”. Me llamó la atención y dije “ya, voy a ir, voy a participar”. Fue justamente acá en el pueblo de Lanco. Ahí tendría sus 22 años más menos. Participé y aprendí la técnica rápido, no me costó mucho trabajar en el wizün. Aprendí a pegar, a subir, de cómo hacer una chaya, algo fácil. De ahí en adelante ya me tocaba lo mismo que se hizo con las piezas del telar, buscar que metawe se utilizaba acá en este territorio, qué son los metawe simples o metawe que llevan formas.
 

Tenemos piezas zoomorfas y antropomorfas, tenemos piezas que llevan formas, que llevan caritas. Tenemos el ketro metawe, el Tüf Tüf metawe, tenemos la zomo metawe, cada uno le da una interpretación. Y yo interpreto a ese metawe de acá, como una madre con dolores de parto, porque está ahí con su manito en su vientre. Así interpreto yo a esa pieza.

 

El Tüf Tüf, es porque en el momento de caer el líquido así suena “tuf tuf, tuf, tuf tuf”. Y el ketro, que tiene forma de patito, es el ketro metawe. Y la pieza al final de allá, es una pieza que está con su carita al Wenu Mapu, mirando hacia arriba, para que cuando tenga su muchay pueda llegar a todos los que están en el wenu Mapu. Uno cuando está en la ceremonia Mapuche, invita a los alwe a participar en esa ceremonia.

 

Y así me fui inspirando. De repente despierto temprano y me imagino una pieza. Tengo muchas piezas en mi mente, todavía no las hago, ya las tendré que hacer. Me imagino una pieza y después digo: “tengo pendiente de hacer esta pieza” y la voy a hacer.

¿La dibuja o las deja en su mente?

En mi mente las hago primero y después las paso a lo tangible, lo que uno toca, que es en este caso el barro. Y ahí empiezo a elaborar esa pieza.

  A veces me sale, o me sale a la siguiente pieza, porque trabajar con el wizün al pegar el barro, no siempre va a salir lo que uno quiere hacer en ese día. Puede en vez de un metawe, salir una chaya, salir un rali, es así, no siempre va a salir lo que uno quiere. Y de repente otro día, cuando comience a hacer otro metawe, va a salir la pieza que uno tiene pensada, que la que en un momento se imaginó y que dijo “ya, voy a hacer esta pieza”, ahí sale esa pieza. Eso me ha pasado. Es un kimün que uno lleva, que lo atesoro, lo llevo muy dentro, muy valorado para mí.
 

Contarles también que siempre me acuerdo de mi laku, Rafael Compayante, el haberme incentivado, motivado a llevar y aprender mi arte; algo que era de nosotros y que en esos años se estaba perdiendo. Estaba muy adormecido cuando comencé a aprender… ya nadie tejía, y como le decía, los metawes se estaban perdiendo.

 

Siempre agradezco al wenu mapu chaw wenu mapu, ñuke, que me haya dado este conocimiento y motivado a que lo busque por mí misma. Estar aquí, donde estoy ahora, y emocionarme porque mi hija también lo tomó a muy temprana edad, desde muy pequeña. Ahora veo a una niña tan joven que hace maravillas con el tejido, con el wizün, que más le puedo pedir a la vida en estos momentos de seguir enseñando y seguir haciendo muchas cosas.

 

Eso le agradezco a mi laku, él hizo todo ese trabajo que siempre digo fue mejor, fue algo tan maravilloso que fue mejor que mandarme a la universidad, porque haberme mandado a la warria para estudiar en ese tiempo, todavía era muy difícil. Yo ahora tengo 55 años, en esa época cuando yo estudié la básica, ya hace como sobre 40 años atrás, era difícil también seguir estudiando. En un tiempo igual me sentía con él, decía “¿por qué no me mandó a estudiar tal vez?” Y no, pues después cuando ya tuve mis hijos y todo, también me fui dando cuenta de que fue lo mejor, la mejor universidad donde él me podía haber motivado a aprender, a hacer todo lo que sé ahora. Él está lakuyem [fallecido], y donde doy entrevista, donde ando, lo nombro porque fue muy grande.

Considerando que usted plantea esta reflexión respecto de la educación distinta que tuvo, ¿Cómo ve usted ahora este traspaso intergeneracional? ¿Esto debería enseñarse en las escuelas o es algo que se tiene que enseñar en el lof?

Se debe enseñar, yo creo que desde ahí tiene que partir. Tiene que partir desde los pichikeche, desde pequeño. Yo partí así, pero partí así porque me crié con mi abuelo, tuve la suerte de criarme con mi abuelo en este caso. Pasan muchos años en que uno no valora muchas cosas, pero cuando va entrando en la madurez, la persona en general valora, como yo valoro en este momento lo que sé.

 

Siempre cuando me toca hacer pequeños talleres con niños en los colegios, le hablo a los más pequeños y a los ulcha que son un poco más grandes, y les digo: “este conocimiento alguna vez en su vida les puede servir. Alguna vez, ustedes pueden ir a la universidad, pueden estudiar una ingeniería, pueden estudiar lo que quieran, pero no siempre van a tener un trabajo por el cartón que ustedes tienen, porque a veces no se encuentra o no hay, y ahí va a estar el conocimiento que ustedes están adquiriendo ahora, ahí va a estar presente. Yo alguna vez aprendí a trabajar el barro, alguna vez aprendí a trabajar la lana, y pucha, no tengo trabajo, no sé qué hacer, pero bueno, voy a echar a andar adelante. Esto lo que aprendí alguna vez en mi vida, porque esto también es un trabajo, también es algo para que la persona no se sienta inútil, no sienta que no sabe nada”. Siempre doy esa reflexión cuando me toca trabajar con jóvenes o con pichiqueches.

 

Me pasó con mi Rayén, ella también estuvo en la warria, también estuvo en la universidad, y mira lo que está haciendo ahora, está haciendo algo que ella no estudió y lo aprendió conmigo en este caso. Ella ha salido a descubrir muchas otras cosas más, a tomarle tanto el valor como también a fijarse más en lo que ve, tanto en textilería como en los metawe. Ella ha avanzado más que yo, y eso me hace sentir llena de orgullo.

¿Hoy día es accesible la información respecto del pasado o sigue siendo difícil poder acceder a la información?

Sigue siendo difícil, considero yo. En los colegios mismos debiera haber más talleres, no solamente de lo que yo sé, pues nosotros como mapunche tenemos un sinfín de arte, la madera, la ñocha, el mimbre, la piedra.

 

Debiera haber más talleres en los colegios, pero hablar también desde la cosmovisión mapunche. Que no se busque por los antropólogos, que el conocimiento sea más de personas que realmente hacemos este kusaw [trabajo], que se entregue de esa forma. A lo mejor no con mis palabras, pero tratar de interpretar lo que en estos momentos les conté, que lo traspasen de una buena forma a algo escrito, y si eso se difunde, que se dé a conocer de forma correcta, no como aparece muchas veces hasta en la historia, como la historia en Chile, por ejemplo, que es algo nada que ver. Que no haya intención, no es que tenga algo con los antropólogos, nada de eso, pero muchas veces ellos se van también por otra vía y no es la correcta, considero yo.


En los colegios mismos debiera haber más talleres, no solamente de lo que yo sé, pues nosotros como mapunche tenemos un sinfín de arte, la madera, la ñocha, el mimbre, la piedra.


¿Cuál cree usted que es el rol de las mujeres Mapuche actualmente en nuestra sociedad?

Mire, no me gusta hablar de que seamos tan empoderadas, o como actualmente se dice que la mujer debe ser. Nosotros como mujer mapuche, por ejemplo, cuando tenemos a nuestro wentru a nuestro lado, tenemos que ir de la mano con él, al lado, ambos ir de la mano; ninguno detrás ni otro delante. De esa forma pienso que resulta la vida, no podemos sobrepasarnos ninguno de los dos y tiene que haber también un respeto mutuo. Por lo tanto, como mujer mapuche yo me siento así. En este caso tengo a mi compañero y me gusta que él esté al lado mío, no adelante ni atrás, sino que al lado.

 

No me gusta hablar de feminismo tampoco, el feminismo es mucho, no es para nosotros la mujer mapuche, es a lo mejor para el no mapuche, no sé, pero nosotras como mujer mapuche, tenemos que buscar la forma de ser personas compatibles. Como el ejemplo que le daba recién, ir de la mano, al lado, no solamente con su poyen, con su wentru, sino que también con la familia.

 

Enseñar a que ninguno, ni la mujer ni el hombre pase esa línea, sino que todos de la mano, al lado del otro. Como mujer mapuche siempre me gusta hablar de esa forma. Pero hay casos y casos, también hay lagmien que se han empoderado, pero yo les hablo desde mi contexto y le digo “no lagmien, yo siento que no es tan así”. Hay que aprender mucho de eso y estamos aprendiendo.

 

Nos tocó vivir la invasión, dentro de eso llegó el tema del alcohol a nuestro wentru, llegó el tema la iglesia; disculpe si son religiosos, pero también fue también un daño para nosotros, la sociedad mapuche. Eso hizo que el hombre mapuche tuviera más poder y se sintiera poderoso frente a la mujer. Ahí hay mucha historia detrás de eso, historias no muy agradables. Y eso hizo que actualmente la mujer diga: “yo me voy a empoderar y voy a ser feminista”. Pero eso es algo que también hay que trabajarlo mucho todavía.

 

Las nuevas generaciones, creo, tienen que aprender de esa forma. Nuestros hijos, nuestros nietos, tienen que aprender a ir de la mano, nadie va adelante del otro. Ese es mi pensamiento, como zomo che, como mujer.

Cómo citar en formato APA

Huanquil Compayante, M.(2024). Es un kimün que uno lleva, que lo atesoro y llevo muy dentro / Entrevistada por Yohanna del Río. Comunidad y Repositorio Abierto de Mujeres Mapuche, CoRAMM. https://coramm.org/s/coramm/page/entrevista-margoth-huanquil

 

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